POBREZA, CIFRAS FRIAS SOBRE UNA POBRE REALIDAD.


Recientemente vimos los anuncios del gobierno nacional y como uno de los más significativos logros del presidente Juan Manuel Santos, la reducción de los indicadores de pobreza y desigualdad en Colombia.

En el mencionado informe se resalta que el índice de pobreza pasó del 37.2% en el 2010 al 32.7 en el 2012, es decir dejaron de ser pobres cerca de 1.7 millones de personas. El otro indicador que mejoró intrínsecamente con el anterior fue la reducción de 2.1% del índice de la desigualdad y con ello se resalta como un logro social histórico el haber dejado el segundo puesto en la región y el séptimo a nivel mundial como uno de los países más desiguales.


Igualmente se menciona que la pobreza extrema pasó del 12.3% al 10.4%, especialmente la rural que pasó del 25% al 22.8%
                                            
En un concepto más técnico, el Índice de Pobreza Multidimensional (PM) se redujo de 30,4% a 27%, es decir, 1,4 millones de personas salieron de la pobreza, entendiendo la PM no en medición de los ingresos Vs crecimiento del PIB sino en referencia a la aplicación de las políticas públicas en los diferentes sectores.
Se destaca que la nueva metodología de medición revela que apenas el 25% de la reducción se explica por crecimiento económico, mientras que el 75% restante fue causa de la redistribución de los ingresos.


Según el gobierno, el país pasó de ser el de mayor desigualdad, después de Haití, al séptimo. Además, teniendo en cuenta los resultados revelados por el gobierno, Colombia es el segundo país que más redujo la desigualdad y la pobreza en la región.

Perú es el primero al lograr restarle al índice de pobreza 6,5 puntos, mientras que Colombia lo hizo en 4,5 puntos y le siguen Uruguay y Brasil.


En el Índice de Desigualdad, Ecuador es el país que registra la mayor disminución, logrando 3,5 puntos menos, mientras que Colombia logró 2,2 puntos menos.

La investigación que concluyó el nivel de pobreza en Colombia fue apoyada por la Iniciativa Oxford para la Pobreza y el Desarrollo Humano, cuyo co-fundador, John Hammock, explicó que es una metodología que mide no solo el PIB sino también la calidad de vida.

Qué podría pensar un pobre y triste parroquiano que sobrevive en el rebusque, ese ciudadano de a pie que se levanta desde la 4 de la mañana y son las 6 de la tarde y apenas ha hecho para el agua panela y el pan, o qué pensaría ese pobre asalariado que trabaja como una mula todos los días por $589.000 y después de descontar los aportes a salud, pensión, los pasajes, los almuerzos y hasta las cuotas del paga diario no les queda sino para pagar los altos y costosos servicios públicos, medio comer y vestir.

Pues hoy esas cifras contrastan con una realidad totalmente distinta, donde la gente pobre si desayuna no almuerza y si almuerza no cena, niños y niñas por fuera del sistema escolar, jóvenes sin opciones de educarse y capacitarse porque muchas veces no hay ni para el transporte y estos son presa fácil de la delincuencia y nuestras jóvenes entre los 11 y 15 años  experimentando ser madres.  

Por ello, estas cifras frías producto de una medición no solo del ingreso sino del nivel de vida de los colombianos, miden nuestra cruda realidad?, en un país donde hay más de 20 millones de colombianos sumidos en pobreza y de estos 7 millones viven en la total indigencia.

Cómo no va haber miseria y desigualdad en Colombia, donde hay  millares de familias que sobreviven con menos de $150 mil mensuales, donde el desempleo se ubica en el 12%, la informalidad o rebusque alcanza el 70% y en donde la solo corrupción en este país devora más de 10 billones de pesos en el año, donde se investigan a más de 40.000 funcionarios públicos por casos de corrupción.

Hay que trabajar mucho más y hablar menos en este país, ser más eficientes, ser frenteros y duros contra la corrupción, ser productivos, y para ello hay que priorizar la inversión en aspectos sustanciales como: Educar a la sociedad y muy tempranamente a nuestra niñez; capacitar a la gente para tener acceso a empleos dignos y de calidad; mejorar el sistema de salud especialmente en programas de prevención & promoción y planificación familiar para frenar el desmesurado crecimiento poblacional, embarazos no deseados especialmente en nuestras adolecentes; invertir más recursos en el deporte que nos permitan tener atletas competitivos y jóvenes alejados del ocio y la drogadicción; invertir en el mejoramiento del medio ambiente, convertir muchos basureros en espacios productivos y proporcionar políticas públicas para entregar sin tantos aspavientos viviendas dignas a la gente pobre.

Pero, con todas estas dificultades somos el país más feliz del mundo y como diría un barranquillero después que haya salud y la papita lo demás se acomoda.


JULIO LUBO SOBRINO
Economista.
Baranoa  - Atlco.

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