PAZ: VIENE LO MÁS DIFICIL


Tras el anuncio del presidente Santos sobre la apertura de las negociaciones de paz con las Farc, que le dio un giro de 180 grados a la agenda política nacional, el país se apresta, con enorme expectativa, al inicio formal de los diálogos en Oslo, a partir del lunes 8 de octubre, donde las dos partes comenzarán las deliberaciones alrededor de la temática definida, que comprende desarrollo rural, participación política, fin del conflicto armado, narcotráfico y derechos de las víctimas.

Pero lo que está en juego es si el país puede por fin, después de 50 años de guerra prolongada, pasar la página dolorosa de esta y enrutarse por el camino de una democracia sin choques armados entre la fuerza pública y los actores al margen de la Ley. 

Tanto el Gobierno Nacional como las Farc definieron ya sus equipos negociadores. El Presidente cree, aunque es consciente de lo difícil que será la negociación, que esta puede hacerse en cuestión de meses y no de años. La gran diferencia de este nuevo proceso con respecto a los interiores es que el fin de la lucha armada hace parte de la agenda de conversaciones. Y está muy claro que si las Farc no aprovechan esta oportunidad será difícil que puedan tener otra en el futuro. De manera que es ahora o nunca.


También ha quedado claro que el presidente Santos se juega esta carta de los diálogos sin debilitar la acción de las Fuerzas Militares y de Policía, que continuarán sus operativos por todo el territorio nacional, con lo que queda sin piso el argumento de quienes han cuestionado la iniciativa presidencial.

Esta vez las Farc no tendrán ni zona de despeje, generosa en miles de kilómetros, ni agenda ilimitada. En esta oportunidad, la agenda es concreta y los resultados tienen que ir expresándose en acuerdos.

Un riesgo advertido es que, como la negociación será en medio del fuego, las Farc incurran en acciones de gran magnitud que obliguen al Gobierno Nacional a levantarse de la mesa. Y en procesos anteriores eso ya ha ocurrido.

El tema de la tierra estará en la apertura de las discusiones, porque alrededor de esta ha girado históricamente la guerra interna colombiana. Este y todos los asuntos de la negociación, ha dicho Santos, se ventilarán, a diferencia del Caguán, por fuera de los micrófonos. De manera reservada.

Pero si la negociación será difícil, más lo será –si esta concluye en la firma de un acuerdo de paz– la etapa del posconflicto signado por la desmovilización y reinserción de unos 10.000 combatientes, a los cuales el Estado y la sociedad tendrán que ofrecerles alternativas que conjuren el riesgo de que muchos de estos se dispersen luego, individual o colectivamente, buscando refugio en las estructuras de la delincuencia. Para no hablar de lo difícil que es el tema de la participación teniendo en cuenta que los jefes más conocidos de las Farc tienen prontuarios judiciales muy graves.

En fin, son muchas las incertidumbres que estos diálogos deberán ir despejando. Aún así, es admirable la audacia del presidente Santos al jugarse esta carta, y son muchas las esperanzas del país en que la paz se convierta en una realidad. La apuesta es arriesgada, lo ha admitido el Presidente. Pero, como él ha dicho, la apuesta más importante de este país es la paz. Y lograrla es el desafío.

Tomado: El Heraldo.Com

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